Aunque esta receta es tan fácil como el clafoutis de cerezas, no está pensada para ser consumida como un postre, como un pastel, sino como un entrante o un plato ligero, como una quiche.
Esta receta es fácil de adaptar en función de lo que tengas en tu nevera. Aunque no tengas suficientes huevos enteros, puedes hacer esta receta con más claras o yemas: con más claras, la receta será menos grasa y más rica en proteínas, y con más yemas, será más cremosa.
Otras posibles ideas para adaptar esta receta de clafoutis al contenido de su nevera: productos lácteos. Por ejemplo, puedes sustituir una parte o la totalidad de la nata por ricotta, queso de cabra o de ajo y hierbas, o incluso requesón o queso de oveja.
Para evitar los grumos, tómate tu tiempo para mezclar la harina y los huevos antes de añadir la leche y la nata. Si tienes prisa, también puedes preparar la mezcla en una batidora: la harina, la nata y luego los huevos con la leche se pueden mezclar rápidamente y sin grumos.
Si no quieres un clafoutis vegetariano, puedes añadir a tus guisantes unos dados de jamón (jamón blanco, jamón de pavo o jamón curado, tú decides) o un poco de salmón o trucha ahumada. Ten cuidado con el condimento en este caso: como el pescado ahumado y los embutidos ya son salados, asegúrate de añadir un poco sal y pimienta con moderación.
Otras ideas para cambiar un poco esta receta: jugar con las finas hierbas (perejil, perifollo) ¡todo sirve para los guisantes! y con las demás especias. Un poco de ajo finamente rallado o cebollas pequeñas en rodajas salteadas en un poco de aceite de oliva.