Es una planta liliácea que crece formando una cabeza de bulbos puntiagudos, llamados dientes (“dientes de ajo”), apoyados sobre una base común.
Se conoce con el nombre de ajo, ajos y ajo blanco, aunque su nombre científico o latino es Allium sativum. Pertenece a la familia de las Liliáceas, entre las que también se encuentra la cebolla, el espárrago o el puerro.
El ajo, procedente del centro y sur de Asia desde donde se propagó al área mediterránea y de ahí al resto del mundo, donde se cultiva desde hace miles de años. Unos 3.000 años a. C., ya se consumía en la India y en Egipto. A finales del siglo XV los españoles introdujeron el ajo en el continente americano.
Podemos encontrarlo en cualquier época del año. No tiene unas condiciones de desarrollo muy estrictas, aunque es curioso que en climas fríos el sabor es más picante. El desarrollo vegetativo de esta planta tiene lugar a temperaturas superiores a los 0ºC, pudiéndose desarrollar hasta los 40ºC siempre y cuando el suelo tenga suficiente humedad.
A la hora de escoger un ajo, lo conveniente es que sea compacto y pesado, ya que cuando lo notamos hueco viene a decir que no es tierno.
Los ajos deben guardarse en lugares frescos, secos y ventilados, de forma trenzada para evitar que se desmoronen. Si en vez de guardar las cabezas de ajo enteras, optamos por separar los dientes de ajo, se pueden guardar sin pelar en un bote con agujeros, o pelados en el frigorífico en un frasco de cristal lleno de aceite que cubra todos los dientes de ajo.
Dentro del grupo de las hortalizas, el ajo es una de las que mayor contenido energético aporta. Esto se debe a su elevado contenido en proteínas (5,3%)e hidratos de carbono (23%), en comparación con otras hortalizas. Aun así, este no es un dato que deba alarmarnos, ya que la cantidad de ajos que se consume en un plato no es equivalente, ni mucho menos, a la de otras hortalizas. Por ello, el aporte energético de esta hortaliza no debe preocuparnos.
Minerales y vitaminas: Pero, aun así, es un alimento muy rico en elementos minerales (potasio, fósforo, magnesio, zinc y yodo) y vitaminas, de las que destacan las del complejo B, como la B1, B3, B6, y las vitaminas C y E (aunque estas últimas en menor proporción).
Pero lo realmente interesante del ajo viene determinado por su contenido en sustancias de naturaleza azufrada, que confieren ciertas propiedades saludables al ajo. Además de ser las responsables de aroma y sabor característico de este alimento.
El ajo es muy rico en sales minerales, azufre, encimas y vitaminas. Además tiene muchas propiedades medicinales:
Lo que suscita su característico olor y sabor es la presencia de componentes azufrados, y que pueden provocar mal aliento después de haber comido ajo, pero hay unos cuantos remedios caseros para combatirlo si tomamos ajo: